-Vamos -No. -Anada. -No. -Tienes que estirar la mano, tomar las llaves y pararte y salir. -Pero tengo frío. -¿estás seguro? Cochino emo que sólo quiere hacerse bolita para autocompaderse de si mismo. -Está bien... ¿y sino me prende? -Pues te regresas, te tapas, te haces bolita y te compadeces de la ciudad.
Esa es una conversación que se ha repetido varias noches, entre alguien en mi cabeza y alguien en mi corazón.
Quiero ser pequeño y múltiple. Quiero caber en casi cualquier lado.
Llevo algunas noches hablando con Andrea.
Me gustaría ser algo así como psicoterapeuta de bolsillo. Dar respuestas como alejandro Jodorowsky, aunque sea sobre la inmortalidad del té de manzanilla.
Quiero hablar con voz grabe y estar un vaso en la cabezera o trepado en un libro bajo la almohada.
Descubrí que lloro en grupo, y sí alguien llora no lo puedo evitar yo le sigo como un estornudo. Me gusta escuchar los probemas de Andrea, ayudarle a resolver los suyos son como resolver lo míos; lo sé, suena re egoísta pero al final uno puede decir... ahá... ahí está.
Esa comida fue una escena de película de Woody Allen.
Ella llamó para darme la invitaciónd de su boda y yo sólo quería decirle que a de todas las malas decisiones que había tomado, una de ellas había sido nunca haberme subido al auto con ella.... esto último ni es tan poético ni (desgraciadmente) perverso, esa segunda historia va así:
-Me encontraba caminando en cierta ciudad hace algunos años, más o menos por estas fechas. Para variar tenía frío y lo único que consolaba a mi cuero congelado era el salir a caminar hasta llegar algún punto de tibieza entre yo mismo y el cielo gris.
En algún momento alguien gritó a mi espalda algo así como: "hey amigo..." voleté había un sujeto de gabardina y una sonrisa.
Aquel sujeto hacía señas para que me acercara al auto; en ese momento lo que me sobraba era tiempo ya que estaba desempleado y accedí a acercarme.
Él me dijo que quería mostrarme algo que tenía en el auto y yo por un momento recordé tooodos los aununcios de "mucho ojo", y casi por reacción inmediata estuve a punto de darme la vuelta y salir corriendo para decírselo a quien más confianza tuviese.
Ahí fue cuando comenzó la epifanía. Pasó algo revelador por mi cabeza.... Yo en realidad tenía muchisisisisimo morbo de saber qué era lo que había en la parte de atrás de aquél auto. Tenía dos opiciones, la primera era decir "no gracias", darme la vuelta y seguir mi camino a cualquier lado. Pero esa opción yo ya la conocía.
La segunda opción no... no la conocía y por primera vez en mi vida pensé que tomaría aquella decisión que normalmente no tomaría, sólo para enfrentar un miedo o una alerta que el sentido común había hecho.
Dije entonces: "órale va"...
Aunque tampoco fue un impulso, primero porque yo estaba en otro país, segundo porque en ese país eran demasiado paranóicos con la gente morena (yo era la amenza), y tres, tenía una navaja en el bolsillo :P
Él del lado del piloto y yo de su lado izquierdo comenzó su historia:
-Él era italiano y vivía en MILÁN (capital de la moda), trabajaba en algo así como generente de importaciones para una reconocida tienda departamental de la ciudad en la que me hallaba. Él decía que había terminado la temporada y debía regresar a su ciudad, que su avión se supone que saldría en las siguientes dos horas y que camino al aeropuerto percatase de que no traía dinero para al taxi de regreso a su casa.
Aquí es donde volvemos al auto: ¿qué tenía el italiano en la trasera del auto? Varios abrigos de "diseñador" que quería vender por algunos billetes para pagar su taxi.
Yo no tenía más que un par de billetes de muy muy baja denominación (junto a mi navaja), en cuanto le dije eso, enloqueció, pidiéndome que buscara bien en mis bolsillos, o que si tenía cuenta en el banco él me podría llevar a un cajero. Ahí creo que fue cuando se enojó porque yo solté la carcajada de risa nerviosa que me caracteriza.
Entonoces, el italiano me echó de su auto y argumentando que lo estaba haciendo perder su tiempo... Tomé mi camino de nuevo y pensé que después de todo, entre la primera opción de no subir y hacerlo, la segunda fue la mejor.
De vuelta con mi amiga, le confesé que hubiese estado padre haberme subido al auto cuando pude y que ahora que se case... le vaya muy bien en MILAN